Por la obra del Espíritu Santo, somos perdonados de nuestros pecados y justificados por fe en Cristo. El bautismo en el Espíritu Santo es una obra divina, más allá de la conversión, que capacita al creyente a vivir una vida santa, para dar testimonio de la realidad de la salvación. Los dones del Espíritu nos capacitan para servir a Dios, al cuerpo de Cristo y al mundo.