El hombre y la mujer, corona de Su creación, fueron hechos a la imagen de Dios para tener comunión con Él. Siendo tentados por Satanás, transgredieron voluntariamente la ley de Dios y, como resultado, cayeron bajo la ira divina de Dios. Desde Adán, todos los hombres nacen con una naturaleza pecaminosa e interiormente depravados. Si no fuera por la gracia, serian incapaces de regresar a Dios.